Arquitectura resiliente al cambio climático
2024 ha sido un
año de muchas pruebas y retos para la humanidad. Nos ha demostrado cuan
pequeños somos en comparación con la inmensidad y el poder de la naturaleza.
Desde el impacto
directo del huracán Helene en Florida y Carolina del Norte, el consecuente
impacto del huracán Beryl, el cual alcanzó velocidades nunca antes vistas en el
Golfo de México, abriendo la posibilidad de ampliar la categoría de
clasificación a 6, hasta la resiente afectación por la Depresión aislada de
niveles altos DANA, conocida en la región española como “gota fría”, un
fenómeno atmosférico que se ha visto incrementado por la modificación de la
corriente de chorro polar norte y su influencia en latitudes inferiores.
Imagenes: Escenas devastadoras de coches apilados en Valencia, España hoy después de las históricas inundaciones de ayer. Un año de lluvia cayó en unas horas con un pico de 500 mm. https://zoom.earth/app/. 29/10/2024
Estos y muchos
otros fenómenos atmosféricos que hemos experimentado o hemos sido testigos, nos
han demostrado la importancia de una arquitectura y un diseño urbano adaptado y
resiliente al cambio climático.
Por más de 20
años me he dedicado a la investigación en el campo de la arquitectura
sustentable, y al día de hoy, me cuestiono si ya no será suficiente. Expongo
mis argumentos.
Podemos tener los
mejores diseños de edificios y viviendas sustentables y autosustentables,
edificios diseñados con las mejores estrategias pasivas, que se adaptan al
entorno y que cumplen con su función reguladora en cuanto a condiciones
térmicas y de confort. Podemos tener los mejores diseños en cuanto a gestión
energética, gestión del agua y gestión de residuos. Inclusive, podemos diseñar
los edificios y viviendas con los materiales que producen menor cantidad de
gases de efecto invernadero y materiales que han sido certificados a lo largo
de su ciclo de producción, desarrollo y puesta en obra. Todas las
características que hacen que la arquitectura sea sustentable y autosustentable
no serán suficientes ante los embates del cambio climático.
Ya es una
realidad que llegamos al límite del incremento de los 1,5 °C de
temperatura por encima del rango preindustrial y las consecuencias de este
incremento son evidentes. Para nadie en el mundo científico quedan dudas de las
alteraciones climáticas provocadas por la acción humana y este año nos ha
demostrado como claramente el clima mundial está cambiando.
Estas
alteraciones pasan por niveles extremos de temperaturas, precipitaciones,
vientos y humedad. Temporadas de sequías extremas que ya han alcanzado los
50 °C en regiones del medio oriente, provocando fuegos salvajes en Sur
América, Norteamérica, Australia, etc. Territorios completos con sequías
extremas y el consecuente faltante de agua potable, dejando a comunidades
enteras sin poder tener acceso a este recurso vital.
Tormentas
extremas que han destrozado poblaciones completas, dejando a la luz la
fragilidad de nuestras ciudades y pueblos, y la urgente necesidad de un nuevo
planteamiento en la forma en cómo vivimos en sociedad. Las ciudades y
comunidades resilientes al cambio climático deberán tener condiciones que
permitan resistir y adaptarse a los embates de la naturaleza. Debemos, a partir
de este momento, tener muy en cuenta, en nuestras propuestas de diseño de
edificaciones y planeamientos urbanos, los sitios de riesgo inminente a
inundaciones, deslaves, riadas de lodo, afectaciones por lluvias de tormenta y
“downburst”, reventón húmedo o nubes de golpe, fenómeno donde las nubes
descargan todo su potencial de forma súbita y de golpe, representando una gran
amenaza para los seres humanos.
En este ya casi
cuarto de siglo XXI nos hemos dado a la tarea de discutir y poner en práctica
principios y propuestas de arquitectura y construcción sostenible, y, sin
embargo, olvidamos que la naturaleza seguiría su curso inevitable hacia un
aumento global de las temperaturas y hacia una modificación global de las
condiciones climáticas, que alterarán definitivamente la forma en cómo vivimos
en este planeta.
Ahora es evidente
que la Arquitectura Sostenible y sustentable ya no es suficiente para responder
a las necesidades de los seres humanos en un mundo cambiante. Debemos responder
a los cambios de la naturaleza y a sus consecuencias inminentes.
Un edificio o una
vivienda puede estar muy bien diseñada, estar adaptada a su sitio, contar con
una excelente gestión ambiental en su propuesta, y, sin embargo, sufrir los
embates de la naturaleza en ciudades que no han sido adaptadas a las
condiciones reales de nuestro tiempo.
Ciudades impermeabilizadas,
ciudades islas de calor, ciudades saturadas de concreto y asfalto, en las que
la naturaleza no ha formado parte de su desarrollo. Estas ciudades deberán
adaptarse con urgencia a las condiciones ambientales actuales, o de lo
contrario, seguiremos viendo tragedias extremas como lo vivido por el
Ayuntamiento de Valencia, España, el pasado 29 de octubre.
Imagen: Escenas devastadoras de coches apilados en Valencia, España hoy después de las históricas inundaciones de ayer. Un año de lluvia cayó en unas horas con un pico de 500 mm. https://zoom.earth/app/. 29/10/2024
Este es un llamado de atención para todos aquellos quienes nos dedicamos y trabajamos en el área del diseño y la construcción, todos aquellos que se dedican a la educación superior. Es tiempo de replantearnos la forma en cómo hacemos arquitectura y ciudades. El tiempo se acabó para seguir teorizando y replanteando ideas y propuestas, para conflictos e intereses ideológicos y políticos. El tiempo de acciones concretas, de planteamientos claros y urgentes ha llegado.
Llegó el momento de tomar acción, de decidir cómo queremos vivir y cómo vivirán las generaciones futuras. Ya no es suficiente pensar en que seguiremos satisfaciendo nuestras necesidades sin perjudicar las necesidades de las generaciones futuras. Llegó el momento de replantearnos nuestras necesidades o de lo contrario las generaciones futuras tendrán que enfrentarse a realidades nunca antes vistas.
Arquitecta, investigadora y profesora de Arquitectura Sostenible, bioclimática y ecológica.
Costa Rica, 2024